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¿Cómo deberían relacionarse los cristianos con el proceso político del voto?

La respuesta parece clara. Los cristianos son buenos ciudadanos. Reconocen al gobierno humano como una ordenanza de cita divina, y enseñan obediencia a tal gobierno como un deber sagrado, dentro de su legítima esfera. Deberían hacer su parte para asegurar un buen gobierno. Una manera de hacer esto es mediante el voto. Sin embargo, no hay nada en la Biblia que se dirija a este tópico directamente.

Pero todos los cristianos no concuerdan sobre qué posición tomar. Algunos sienten que deberían permanecer aparte de todos los aspectos de la política. Pueden argumentar que ya que Cristo está pronto a venir, los cristianos no tienen tiempo para debatir varios asuntos, buscar oficina o echar su boleta. Cualquier momento que el cristiano pueda tener debe gastarlo en testificar y prepararse para el encuentro con Cristo.

Otros se oponen a la participación considerando que su esfuerzo sería no productivo. La profecía indica que las condiciones del mundo se deteriorarán rápidamente, siendo peor y peor, así que ¿por qué poner esfuerzo en mejorar las cosas?

Todavía otros mantienen una política de no meterse por causa de la figura profética de los Estados Unidos en el Apocalipsis. Sienten que un voto afirmativo por un mal candidato aceleraría la formación de la imagen al poder de la bestia, un voto por un buen candidato retardaría el cumplimiento de la profecía. Así que toman la posición de que el único curso a salvo es abstenerse completamente de votar.

La posición de Bibleinfo.com, luego de estudiar la profecía e historia bíblica, es que en nuestro razonamiento, el acto de votar cuando es ejercido a favor de la justicia, la humanidad y lo correcto, es libre de culpa en sí mismo, y puede ser altamente apropiado en algunos tiempos. Pero desaprobaríamos cualquier participación en el espíritu de distensión y discusión del partido. Algunos sabios cristianos han tomado la posición de comprometerse en participar en agitaciones o discursos no políticos, privados o públicos. No aparecen como los cómplices o sostenedores de ningún partido político particular. Buscan siempre reconocer principios aparte de y sobre los candidatos. Si votan, no relacionan sus intereses son tales partidos. Echan sus votos por los candidatos que en su razonamiento son los mejor calificados para oficinas particulares, sin referencia a afiliación política. No podemos creer que haciendo tal cosa ellos violan el espíritu y consejo de las Escrituras.

Cada individuo ejerce una influencia en la sociedad. En nuestra tierra favorecida, cada votante tiene algo de voz para determinar que leyes deberían controlar la nación. ¿No debería esa influencia y ese voto ser echado a favor de tales cosas como libertad religiosa, asuntos morales, temperancia, virtud, libertad del abuso de drogas, y honestidad? En otras palabras, esos factores o asuntos que tenderán a mejorar la vida en sociedad. Puede haber asuntos locales como lanzar un bono para mejorar la educación y/o sus facilidades, u otros proyectos dignos. ¿Por qué no votar tus convicciones? Seguramente no hay nada malo en esto. ¡De hecho, es tu derecho!

Pero aunque los cristianos puedan votar, deberían ser extremadamente selectivos en sus votos. Ellos comparten la responsabilidad por las decisiones que su candidato electo pueda hacer ya sean buenas o malas. Reconocer esto casi hace imperativo no votar sin pensar bien primero, enceguecidamente, y fuera de un sentido de lealtad partidaria “la boleta correcta.” Votarán en asuntos y por “los mejores candidatos”, no por partidos políticos. Muy a menudo los políticos han usado métodos cuestionables para alcanzar fines deseados. Preferencia política y objetivos egoístas son buscados por sobre el bien de la nación. Políticas egoístas rigen en lugar de principios de rectitud. Con todo esto el cristiano puede no tener simpatía. Él no da su apoyo a ninguna organización para el logro de estos objetivos. Hacer tal cosa sería comprometer la verdad, convivir con lo incorrecto, y ser una parte para todas las maldades que sucederían siguiendo tal proceder.

El problema más grande que enfrentan los cristianos al votar es que carecen de omnisciencia. Incluso si votan inteligentemente y conscientemente, pueden cometer un error. Pero esto es cierto en todas las áreas de la vida. ¿Deberían los cristianos nunca actuar a menos que estén absolutamente seguros de que están en lo correcto? Si así fuera, ambos, el gobierno y la iglesia quedarían paralizados, porque nadie es infalible. Líderes tímidos retrocederían, no haciendo nada a fin de no hacer cosas incorrectas. Mientras tanto el diablo y sus fuerzas ocuparían el campo.

Al votar como en cada otra actividad, el cristiano debe buscar la sabiduría divina, y luego hacer lo mejor de su parte. El derecho de votar libremente ha sido comprado con la sangre de los patriotas. El cristiano no tomará esto a la ligera o permitirá que esto se pierda mediante apatía o desuso.

Los cristianos pueden no sólo votar en buena conciencia, pueden también buscar y ocupar oficinas públicas. La historia sagrada revela que algunos de los hombres más nobles de Dios participaron en el gobierno secular. José fue uno. Sirviendo en el puesto más alto del gobierno Egipcio, consideró su compromiso el directo resultado de la dirección de Dios. Hablando a sus hermanos, dijo: “Dios me ha puesto por señor de todo Egipto” (Génesis 45:9). “Para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros” (vers. 5).

Luego fue Daniel. Tan bien cumplió él su puesto bajo el gobierno Babilónico que cuando el imperio sucesor tomo el poder, el continuó en la oficina. Darío el Medo reconoció las características de liderazgo en Daniel, y lo hizo el primero de tres presidentes de todo el reino (Daniel 6:2).

Tal vez en las próximas elecciones algunos hermanos y hermanas cristianos puedan encontrarse en lados opuestos, votando por candidatos opuestos. Esto no debería disminuir su confianza en el otro, o su amor por aquellos que difieren con ellos. No debemos permitir que prejuicio o antagonismo personal nos amargue contra cualquiera de los creyentes en Cristo. Ya sea que uno elige votar o no votar, no deben recibir críticas por su elección.

Así parece claro que la gente temerosa de Dios puede, sin sacrificar principios o comprometer su conciencia, cumplir su obligación con el gobierno. Ellos pueden, sin llegar a involucrarse en la política, echar su voto. Al mismo tiempo esperarán por un mundo mejor, y orarán: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad como en el cielo así también en la tierra.” (Mateo 6:10).

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